#12 Nunca me entró en la mente

Desde que conocí a Miles Davis (1926-1991) hace unos veinte años, siempre me ha parecido el mejor trompetista. No sólo se trata de su ejecución perfecta, elegante o, al contrario, sus salvajadas melódicas, sino que fue alguien que, como los mejores, buscó siempre variar sus búsquedas. Por ahí reluce su disco enlazando jazz y rap, por ejemplo.
Pero esta vez me interesa reparar en su versión de un standard mítico: "It never entered my mind" del musical "Higher and higher" (1940) de Rodgers and Hart. Esta obra, que luego se convirtió en película, es la típica historia de amor imposible y equivocaciones alegres.
La interpretación original de la canción, al tratarse de una comedia, es edulcorada. Mal que mal el personaje que le da vida (una especie de Ceinicienta), es uno que producto de su terquedad, pierde la posibilidad de amar.

La letra es la siguiente:

It Never Entered My Mind / Once I laughed when I heard you saying
/ That I'd be playing solitaire / Uneasy in my easy chair / It never entered my mind.
And once you told me I was mistaken / That I'd awaken with the sun / And ordered orange juice for one. / It never entered my mind.
You had what I lack, myself / Now I even have to scratch my back myself.
Once you warned me that if you scorned me, / I'd say the maiden's prayer again / And wish that you were there again / To get into my hair again. / It never entered my mind. / It never entered my mind.

Sin duda una lectura atenta revela una profundidad que la alegría de la comedia no permite ver. En esa tónica, la de ese género, es que es interpretada en su versión original por Shirley Ross (1913-1975):


Esta ejecución es seguida (con más o menos matices) por Ella FitzgeraldAnita O'DaySarah VaughanPeggy LeeBenny Goodman con Helen Forrest (que por supuesto la volvió una saludable melodía swing), Frank Sinatra, Johnny HartmanColeman Hawkins & Ben Webster, entre otros.
Pero hay otras versiones que proponen una interpretación más enfocada en el lado sombrío de la canción como es el caso de la excelente Carmen McRaeJulie London o Chet BakerStan Getz y Bud Powell.
Ellos no ponen el acento en la pérdida del amor y el sufrimiento por ello, sino en la nostalgia de esa pérdida. Allí se juega la versión que comentamos. 

A mediados de los 50, Davis se estaba librando ya de las drogas y comenzaba su camino más fértil en el jazz. En ese camino, que tiene como hito brillante el álbum "Kind of blue" (1959), formó un quinteto y dio vida al álbum "Workin' with the Miles Davis Quintet" (1960) en cuyo interior encontramos su versión de "It never entered my mind" de 1956. Se rodeó de músicos de la talla de Art Blakey, Kenny Clarke, Horace Silver, John Coltrane, Paul Chambers, etc. y dio rienda suelta a su creatividad. En su biografía "Miles Davis. La biografía definitiva" (1982) de Ian Carr, este dice que a partir de ese momento "comenzó a experimentar con toda clase de innovaciones musicales" dando como resultado "buena parte de sus obras maestras". 
Así las cosas, no es de extrañar que la ejecución de su instrumento sea genial y, en vez de un barroquismo desatado, tantee el terreno con ilaciones de notas muy medidas, pero que en su conjunto, producen una atmósfera muy particular. 
En el caso de la canción que comentamos, el arreglo del piano introductorio (una especie de aria, un ave maría de Bach / Gounod al revés) marcado por contrabajo que casi describe unos pilares, produce un aura propicia para que la trompeta, suave, delicada, pensando cada nota, pueda acometer la melodía sin prisa y en un tempo que nos permite disfrutar de las sutilezas que Davis ha preparado.
El espacio que crea está caracterizado por esa sordina curva que hace que la zona de escucha se vuelva íntima. No es la privacidad de un hogar, sino el interior de una persona. 
El piano que vuelve y vuelve con su motivo, alumbra un recuerdo que no deja de aparecer. Si lo conectamos con la letra de la canción, uno podría pensar en un ser querido, alguien que nos decía ciertas cosas sobre nuestra soledad y que hoy echamos de menos. La canción se amplia y nos permite entrar en ella y llenarla de contenido propio. 
La maravilla de lo que hace Davis radica en que desancla el tema de la mirada romántica y lo vuelve un tema existencial.
Nunca me entró en la mente. 

Acá la canción:

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