#39 La intimidad agredida en Nightcrawler (2014)

Hay algo asqueroso en la escena donde el personaje de Jake Gyllenhaal en Nightcrawler (2014) ingresa a la primera casa donde ha ocurrido un tiroteo (lo que produce su acceso a una segunda casa es indecible).


Lo hace sin mediar permiso de los afectados que se encuentran dando declaraciones afuera de su hogar. Él entra con su cámara a grabar el interior y ve un refrigerador que luce diferentes fotografías de la familia: vemos a una abuela y su nieta, a la niña sola, a los padres de la pequeña. El refrigerador luce los hoyos que las balas han dejado. Ahí el personaje toma una decisión fundamental: para lograr un mejor encuadre, manipula las fotografías agrupándolas entre los agujeros. La composición es perfecta. 
Luego hace un paneo hacia los padres a través de una ventana rota. Sobra decir que la pequeña ha muerto en el tiroteo.


Esa sensación repelente se produce porque incluso en sociedades de masa como las nuestras, aún queda un espacio que es sagrado y respecto del cual establecemos un límite: el espacio privado. Es en ese lugar donde nos ocultamos frente a los demás y donde decidimos no aparecer más que frente a nosotros mismos. 
Hannah Arendt, en su obra "La condición humana" (1958) lo expresa así: "Lo sagrado de lo privado era como lo sagrado de lo oculto, es decir, del nacimiento y de la muerte, comienzo y fin de los mortales que, al igual que todas las criaturas vivas, surgían y retornaban a la oscuridad de un submundo".


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