#34 Cambiar un párrafo por otro: de la patria al hambre

Bertolt Brecht es muy conocido por su calidad como dramaturgo o como poeta, pero pocas veces se ensalza su espíritu lúdico en la narrativa. Acometer la lectura de las "Historias del sr. K", de su "Historias de almanaque" (1949), puede ser una buena entrada a esta parte de su universo, que lo hermana con las pequeñas genialidades de Kafka ("Contemplación"), Ribeyro ("Dichos de Luder"), Luis Loazya ("El avaro y otros textos"), Augusto Monterroso ("La oveja negra y demás fábulas"), o Andrés Gallardo ("Obituario"), por nombrar algunos. 

En este caso me llama la atención una pequeña variación que realizó en dos narraciones que se publicaron una siguiendo a la otra. Como si se tratara de un un borrador en vivo y en directo, propone una frase medular en un texto y luego lo varía en el siguiente. Sólo deja la frase impoluta y todo lo demás cambia. La frase es: "En cualquier parte puedo morirme de hambre." La primera narración es "Patriotismo: odiar las patrias" y la siguiente es "Hambre".

Patriotismo: odiar las patrias
El señor K. no consideraba necesario vivir en un país determinado. Decía:
– “Puedo morirme de hambre en cualquier parte”
Pero un día iba por una ciudad que estaba ocupada por el enemigo del país en el que él vivía. Entonces se topó con un oficial del enemigo y le obligó a bajar de la acera.
El señor K. se bajó, y se dio cuenta de que odiaba a este hombre, y no solamente a ese hombre, sino sobre todo al país al que pertenecía el hombre; hasta tal punto que deseaba que fuese borrado de la faz de la tierra por un terremoto.
-“¿Por qué, preguntó el señor K. me he convertido en este instante en un nacionalista? Porque me he topado con un nacionalista. Pero por eso hay que erradicar la estupidez, porque vuelve estúpidos a los que se topan con ella.”

Hambre
A una pregunta acerca de la patria, el señor K. había dado la siguiente respuesta:
—En cualquier parte puedo morirme de hambre. Alguien que le escuchaba atento le preguntó entonces por qué decía que se moría de hambre cuando en realidad tenía qué comer. El señor K. se justificó diciendo:
—Seguramente quise decir que puedo vivir en cualquier parte si es que acepto vivir donde reina el hambre. Admito que hay una gran diferencia entre pasar uno mismo hambre y vivir donde reina el hambre. Permítaseme, no obstante, aclarar en mi descargo que, para mí, vivir donde reina el hambre, si bien no es tan grave como pasar hambre, no deja por ello de ser grave. El hecho de que yo pasara hambre no tendría demasiada importancia para otros; es, sin embargo, importante el que me oponga a que reine el hambre.







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